a chapotear
de charco en charco,
a verse reflejado
en aguas superficiales.
No quería el riesgo
de un hundimiento
en mí...
E intentó ahogarme.
Pero...
Yo soy la bruja del mar.
Aprendí a navegarme
y me adueñé
de la tempestad.
Como suele ocurrir
quiso culparme
de su incapacidad para nadar
mas allá
de las orillas
en las que mojar
los dedos de los pies
en un vaso de agua.
Se fue
a humedecerse la piel
en riachuelo cantarín y fresco.
Es la costumbre que puede,
cambiar de aguas
cada cierto tiempo.
(Ignora que todo río ha de morir
y que el mar es eterno.)
Quiso mantener
su barco
en mi puerto
clavando su ancla bien dentro.
Creando cubo de agua infecto.
No soy lago tranquilo,
ni fuente clara.
Se me llevan las olas
a encontrarme la piel
en sales y rocas.
Yo bailo en arrecifes,
me hiero y me abro en conchas
y nado con delfines.
Las velas las apago,
las arranco
si intentan domarme.
La oscuridad es mi reino.
La luz, mi amante.
Vi su miedo a surcar océanos.
No son mis aguas
para falsos marineros.
Se quedó en su dique,
en su estanque,
gozando del agua clara
que (se) corre.
Para jugar en ríos están los niños.
La mar
está hecha
para los hombres.
Úr Qazris
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