viernes, 4 de septiembre de 2015

Me he caído tantas veces
que reboto antes de tocar suelo.
Y hay errores que cometo de nuevo
simplemente por placer.
Ya no aprendo lecciones, las escribo.

Encajo tan bien los golpes
que devolverlos no es una prioridad.
Pero disfruto cuando,
sin querer,
mi mejor arma
es mi indiferencia.

Me río más alto.
Lloro con más ganas.
Y, a veces, hago ambas cosas al mismo tiempo.
Porque puedo y porque quiero.

He llegado a una tregua
con la soledad.
Ella finge que me deja en paz.
Yo finjo que la he superado.

Amo mis cicatrices.
Una a una.
Dibujan la nueva armadura
que conseguí hacerme
con cada batalla perdida.
Llevo raíces oscuras
que me desequilibran.
Así que tuve que aprender a planear.

Disfruto. Devoro la vida
y a quien se deje devorar.
Nada es peor que decepcionarme.

Y sigo caminando
con mis demonios.
Les tiendo la mano,
les abrazo.
Porque descubrí que, al final,
ellos sólo tienen miedo.
Y les entiendo.


Úr Qazris








No hay comentarios:

Publicar un comentario