Sé que el tiempo
es la llave del olvido.
Bajo mi pétalos, cultivé espinas.
Bajo mis plumas, aguijones con veneno.
Soy yo y mi enemigo.
Mi ángel y mi demonio.
En mi piel aprendo a habitarme
yo, con mis contradicciones.
Respiro, y me siento.
Toda yo estoy ahí.
No sobra ni falta nada.
Hay muros que ya no me molestan.
Batallas que elijo no pelear.
Miro mis cicatrices con orgullo.
Me decoran
cada una de las caídas.
Tengo días en los que no necesito ni música.
Y son buenos días,
sólo yo con mi voz.
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