"No te rompas."
Un consejo,
un ruego,
una plegaria.
Cómo te digo, amiga, que no pasa nada.
Y que me creas.
"No te rompas."
Porque me has visto,
mejor, intuido,
cuando me rompí la última vez.
Un desastre de vidriera en añicos.
Con reflejos descontrolados por todas partes.
Bordes cortantes, pedacitos minúsculos
de mí.
Y te he dicho mil veces que me reconstruí.
Se lo dije a todo el que quiso escucharme
y algunos que no.
Me quemé, me consumí hasta más allá de las cenizas.
Bajé al infierno y me fui de marcha con mis demonios.
Tendrías que ver cómo bailan.
Y cuando tuve bastante de esa fiesta,
de ese invierno,
fui subiendo de nuevo
por una cuesta resbaladiza, afilada, pegajosa.
Sabes que subí, que me hice fénix,
me sacudí las plumas y aún salían cachitos de mí.
Rompí el capullo, a falta de partirle la cara a alguno.
La oruga se ardió y salió la mariposa de plumas de fuego y acero.
Y abrí los ojos, y detrás dejé el abismo, y delante uno más grande.
Más oscuro, más feroz.
De grandes dientes ansiosos de sangre.
De la mía.
Porque este abismo es sólo mío.
Búscate tú el tuyo, y mírale a los ojos, si tienes huevos u ovarios,
o simplemente valor.
Me vi agrietada y me vertí susurros
y esperanzas
y colores
y flores
y días de sol y de parque
y música nueva
y lecturas viejas
y una risa alta y poderosa cada vez que me viene en gana.
Vertí pintura en las trincheras
que es mi medalla de honor tras la guerra
en la que me gané.
Aún así, la vida puede ser muy cabrona
para asegurarse de que aprendes las lecciones.
Es buena profesora, como yo.
Y cuando remontas el vuelo ves que te sobra peso,
que te sobras y que te faltas,
que hay que hacer ajustes porque si no, te caerás.
Y lleva un poco de tiempo darte cuenta de que sí, caerás.
Una y mil veces.
Pero sabes cómo levantarte, porque ya lo has hecho.
Y duele. Muchas cosas duelen, pero son buenas.
Tómate las acelgas, que son buenas.
Ya verás qué bien, tras la inyección.
No me rompo, me astillo, me rozo, me agrieto.
Esta vez no me rompo, amiga.
Me deshago en las mil mariposas que llevo dentro.
Porque no puedo ocultarlas, ni ya quiero.
Así que yo me desaparezco
y las dejo libres.
Que vayan donde yo no llego.
Me deshago simplemente, no me rompo.
Amiga, estaré bien.
Sé crear mis nuevos comienzos.
Sólo hay que cambiar la piel. Sólo eso.
Úr Qazris
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