Capas

Capas.

Unas encima de otras.

Y al lado.

Y debajo.

Formando un puzzle que no termina nunca de estar completo.
Porque le voy cambiando las piezas.
Algunas las intento encajar a la fuerza. Aunque aprieten y hagan daño.
Otras quedan demasiado sueltas, y debo sujetarlas con constancia.
Otras son delicadas como dientes de león de cristal. Y si me soplo demasiado fuerte, desaparecen.
Otras son mariposas de acero con alas afiladas, bellas y cortantes.
Y todas son yo.
Y no lo son.
Me han dicho más de una vez que soy una caja de sorpresas. Y me imagino saltando empujada por un resorte y asustando.
Tal vez asusto.
Porque durante tanto tiempo fui sólo las piezas que los demás querían ver, y oculté las otras.

"No sabes quién eres."

"Te veo perdida."

Son esos consejos gratuitos y no pedidos, que se nos van taladrando en el tuétano.

Como si ellos supieran quiénes son.

Como si ellos no estuvieran perdidos.

Se mienten.

Pero es más fácil decírselo a quien se confiesa frágil, se sabe vulnerable, y se muestra sin más.

Y no les culpo.

"No deberías..."

Llevo tantos consejos clavados que si me los sacudiera, parecería un erizo desnudo.

Antes me preocupaba.

Ahora me hace sentir viva.

Que mientras no termine de saber quién soy, me seguiré buscando.

Mientras siga perdida, me seguiré buscando.

Y mientras me encuentro, me voy haciendo de más y más piezas

hasta lograr completarme.

Y, cuando me sople,

me esparciré.

Y de cada semilla

me naceré de nuevo.

Úr Qazris