Mi mejor "última palabra"
fue
cuando regalé silencio.
Mi mejor victoria
fue
cuando elegí mi paz
y abandoné sus guerras.
Mi mejor defensa
fue
cuando usó mis puntos débiles
contra mí
y me sirvieron de apoyo
para mover mi mundo.
Mi mejor jugada
fue
cuando amenazó con irse
y me aparté de su camino,
y soplé sus velas
y abrí las ventanas
y las puertas...
y se quedó.
Mi mejor respuesta
fue
cuando no me importó no tener una.
Y la di.
Mi mejor momento
fue
cuando vi sus cuerdas
y sus laberintos
a vista de pájaro.
Y ni su miel ni su acero
alcanzaron ya mi piel.
Mi mejor pelea
fue
cuando miré cada una
de las cabezas de la Hidra
a los ojos
y mil miradas
se rindieron
ante la mía
simplemente
viéndolas
tal
y
como
eran.
Y yo fui libre de nuevo.
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