domingo, 10 de abril de 2016

Desenramándome


Camino
vacía de todo,
vacía de mí.
Muevo,
no sé cómo,
esta cáscara,
esta piel,
esta vaina.
Voy rozando mi corteza
en la corteza de los árboles
buscando abrazos primaverales.
Y no me llegan las ramas
a desenramarme
y me desentraño
buscándome.
No sé dónde estoy.
No sé si estoy.
Y mi sola presencia
me ahuyenta.
Mis pasos son tan lentos
que no me muevo de mí
y pierdo los bordes
que me contenían.
Araño el agujero negro
de mi pecho
que ni me traga
ni me deja escupir veneno.
Camino,
sonrío.

Y evito miradas a los ojos
para no descubrir mi infierno
para que no me saquen de mí.

He recogido mis trozos
tantas veces
que me hice especialista
en puzles de 10.000.

Y me tienta
desbaratarme de un manotazo
en piezas perdidas
y naipes marcados.

Voy sin nada,
desnuda de todo,
sin piel.
Sólo queda un pequeño,
mínimo,
diminuto
dolor constante en el centro.
O es un principio de infarto
o es un final de agonía.
O es que aún estoy viva.

No me decido.

Me saco.
Me vierto.
Me derramo.
Me deshabito.

Úr Qazris


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