lunes, 19 de octubre de 2015

"No estás sola, Ur".
Un mensaje que llega desde un confín del mundo a éste. Una mano amiga, que se tiende vía Whatsapp. Y me hace reír y llorar.
"No estás sola, Ur." Aunque yo lo sienta así, aunque sepa que nacemos solos, y morimos solos, y entremedias vamos engañando a la soledad, bailándola, toreándola, odiándola, follándola, haciéndole el amor, ahogándola.
"No estás sola, Ur." Confieso que me pasé casi todo el fin de semana sola, hibernando, porque una anda sumida en su diálogo interno y necesita retirarse, más o menos, ya que el mundo no se para ni yo me puedo bajar, y tampoco quiero. Tal vez caer enferma por la garganta significa que se han clavado las palabras ahí, y se han infectado por las emociones no expresadas y las frases no dichas.
"No estás sola, Ur." Y yo que me vi triunfando sobre ella, sola, y cayendo prisionera, sola, en dos días. Orgullosa de haberme rendido y haberme levantado, de haber sabido hacer las paces con ella y conmigo. Que en un momento sentí conmigo a esas hermanas que he encontrado en esta vida, y sin ellas saberlo sus palabras, su luz, su fuerza, su dulzura, su mirarme y ver lo que a veces yo no puedo, me han hecho sentir como un general al frente con una guardia poderosa detrás.
"No estás sola, Ur." Un mensaje breve, poderoso, que significa tanto para la niña que sí se creyó sola porque era demasiado distinta, la joven que se creyó sola porque se supo demasiado distinta, la mujer que se sabe sola porque es demasiado distinta y se ha cansado de fingir lo que no es.
"No estás sola, Ur". Y tú tampoco. Ni tú que me escribiste, ni tú que me lees. Pero sí lo estamos, y es una bellísima contradicción.
No estoy sola mientras me desnudo el alma, os muestro las venas que palpitan, os presto mi piel. No os arrojo piedras, os arrojo lírica. Y una vez hecho, os pertenece también.
No estoy sola, pero sí. Y está bien.

Úr Qazris

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