Primero el amor de una madre
intentó cubrírmelos
para protegerme.
Abrí los ojos hacia dentro,
resguardándolos
entre los cuentos
que yo me susurraba.
Me acostumbré a mirar a medias
porque la realidad
se me desbordaba
Me hice miope
a fuerza de mirar de reojo,
de lejos,
desenfocado.
Nunca cerrados del todo.
Miré hacia dentro,
mis oscuridades,
mis abismos,
mis máscaras,
mis cuerdas.
Miré mi centro y todo su caos,
y lo que se esconde detrás.
Y la luz se cuela
entre los párpados.
Y se me enreda
en las pestañas.
Los abrí y me dejaron ciega
las cuerdas y máscaras
de este mundo
que desafía la mirada.
Acepto el reto
de mirar, mirarlo todo,
hacerlo mío
y que se viertan de mis pupilas
los dolores y las penas
y también las alegrías.
Y puse alambre de espino
para no dejar
que ninguna venda
me los cubra de nuevo.
Quiero ver y verlo todo,
verme toda
y asumir
que tras otros ojos
abiertos o cerrados
se asoman las almas
de los que son como yo,
Ver las cuerdas
y cortar al menos alguna.
Quitar al menos una máscara
o dos
y seguir mirando
tras un cristal un poco más limpio.
Yo nací con los ojos abiertos.
Duele.
Y no los quiero cerrar.
Úr Qazris
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