martes, 31 de mayo de 2016

Tú me abrazas.

Tú me abrazas.
Cierras los ojos.

Y yo me pregunto si notas la diferencia
en mí,
en mi piel.
Si no aprietas mucho porque sabes que sólo soy eso.
Cáscara.
Y me quebraría con tu fuerza.
Ligera ando de pies,
y de besos.

Tú me abrazas.
Cierras los ojos.

Y yo me busco en ti y en mí.
Y no me encuentro.
No estoy.
Tú no me contienes.
Yo no me derramo.
Sólo porque aprendí a no hacerlo.

Tú me abrazas.
Cierras los ojos.

Y no me siento.
Y quiero huirme y huir del momento.
Porque ya no es mío.
Ni tuyo.
Pero a ti se te da mejor esto.
Así que me quedo quieta.
Respiro lo que antes era veneno.
Mastico margaritas.
Escupo poesía.
Me corro en el reloj que marca el norte
y corro delante del conejo.

Tú me abrazas.
Cierras los ojos.

Y yo cierro el cuerpo.
Cierro la mente.
Cierro el hueco de mi pecho.
Porque ya no cabes.
Porque ya no quepo.
Porque no hay nada más que silencios.

Tú me abrazas.
Cierras los ojos.

Yo no recuerdo lo que sabía.
Ni sé lo que recuerdo.
Sólo sé que no soy nada
de lo que creía ser,
de lo que contaban los cuentos.
Los castillos se volaron,
las perdices se comieron,
los felices fueron otros.
A mí me quedó mi espejo.
El que mentía.
El que rompí.
El que era yo,
el que...

Tú me abrazas.
Cierras los ojos.
Pero yo...
Yo no puedo dejar
de mantenerlos
bien abiertos.

Úr Qazris

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