Hoy vengo a celebrar
que en medio de tus ecos
he encontrado mi voz.
Aún está.
Sigo hibernando
y plantando abril
en este mes de junio extraño
que no huele a verano
aunque casi esté ahí.
Tu noviembre aún me roe
de vez en cuando
los bordes de mi centro.
Pero ya no tengo un agujero negro
y se me llenan de brotes
los dedos de las manos
y las ganas de vivir.
Hice un mapa al invierno
para cuando vuelva,
por si no me lo pierdo.
Aunque ahora tengo la brújula en mi pecho
y siempre me apunta a mí.
Quedaron hojas secas enredadas
en mi pelo.
No las toques,
déjalas tal y como cayeron.
Sobre ellas voy escribiéndome de nuevo.
Ahora yo vuelo
hacia las mariposas
y las margaritas vienen a mí
a regalarme sus pétalos.
Cambié el perfume de flores muertas
y me nacen otras frescas
en las cosas que miro.
Recorro y me corro en los pliegues del pensamiento
que me dobla las piernas
y me abre en canal
al vacío
de un nuevo río
de agua, lodo y piedras.
Destripo figuritas de cristal
que no llevan nada dentro
más que aire que navego
de cara y sin miedo.
Bailo las semillas de quien seré.
Y las planto en mis pies
y si echo a correr,
a recorrer,
a correrme ahora
no
podré
parar.
Yo sola me acaricio la luz
y la sombra.
He arrancado septiembre del calendario.
Y también mayo,
por si acaso.
Voy a florecer sobre estas raíces
que me vuelan.
Soy árbol viejo con sabia nueva.
Úr Qazris
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