viernes, 9 de octubre de 2015

Frío.
Vuelve el frío
cuando no lo esperas.
Entra sin llamar
la vida,
su parte cabrona,
a recordarte
que aquí manda ella.

Tierra en la boca.
Mastico la verdad,
escupo una excusa
y me trago lo demás.

Frío.
Dentro.
Fuera.
En mis venas.
En mi piel.
En mi yo
y en mi otro.
En mis otros.

Se me resbalan
las ganas
y se amontonan a mis pies.
Pero es que ahí estoy yo
a mi pesar.
Aún cayendo
me levanto.
Y no quiero.
Sólo un segundo
para saborear
la tierra fría.

En mi espejo hoy
se asoma
una vieja conocida
que me mira perpleja
porque no sabe dónde está.
Dónde estoy.

Frío.
Y me abrazo
porque me falta el consuelo.
Y yo quiero dártelo
y no sé cómo
porque me he desviado
en un atajo y debo volver primero.

De alguna manera
en el frío
me veo.
Y la llama prende
y se evapora.

A pesar del frío
me veo.
Y eso es la mejor respuesta
para no dar portazo a la vida
y ofrecerle un café
cuando ponga sus pies en la mesa.

Abrazo el frío
y finalmente
me consuela,
y me dice que me quiere
a su manera.

Úr Qazris


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