No soy sutil.
Y sinceramente, tampoco quiero serlo.
Nunca podría jugar al póker, porque todo lo emito, todo lo
proyecto.
Se me ve venir. Yo me veo venir.
Me dijeron hace tiempo que es muy fácil hacerme daño. Intenté
jugar a la chica dura para negar la evidencia. Y dentro quedó
revoloteando como un moscardón la pregunta... ¿Por qué querrías
hacerme daño?
Soy pura apariencia yo también. "Juegas a ser peligrosa,
quieres que la gente te considere peligrosa." Vaya, y yo que
creía estar fingiendo bien.
Me gusta proyectar que soy dura, porque es mi forma de protegerme, de
intentar evitar que vean que por dentro sólo soy yo, que también
sufro, soy dulce, frágil y vulnerable. Me pongo mis mejores galas de
fiera para ahuyentar a quien me quiera comer. Como esas mariposas que
han desarrollado en el diseño de sus alas colores y formas de
pesadilla: ojos amenazantes, colmillos aterradores.
Camuflaje, supervivencia.
Así que me camuflo en mis alas de amenaza falsa.
No intentes comerme, te morderé...
Y no funciona.
Porque bajas las alas, porque necesito volar.
Porque necesito sentir y en ocasiones me dejé enredar con néctar y
con miel.
Porque a mi yo dulce y frágil le gustan las caricias de los pétalos.
Te distraes. Y te muerden.
Mariposa, mariposita... ¿Dónde vas tú tan bonita?
Entre la confusión y el dolor momentáneo me pregunto mil cosas
estúpidas. "¿Por qué?" Y eso da igual.
Me siento yo estúpida.
"No debería... " y eso da igual.
Porque además de la imagen que proyecte, se necesita un tipo
especial de valor para bajar las defensas, cambiarse las alas,
mostrar las que son de una misma, de colores, savia, música y risas.
Delicadas como campanas de cristal.
Y me pongo las alas de desaparecer, me camuflo... Entre los árboles,
en el bosque me mimetizo. No me encontrarán de nuevo, no me verán.
Podré ser yo con mi pena, con mi soledad, que me conoce demasiado
como para molestarse en devorarme. No estoy, no estoy, no estoy, no
soy...
No aguanto demasiado.
Porque ya sé lo que es volar.
Le he cogido el gusto al viento.
A pesar de todo soy libre. Y los colores de mis alas los elijo yo.
Mariposita kamikaze, volemos lejos, lejos...
Todo lo proyecto, no me resguardo, no me gustan los capullos...
(Entiéndase aquí lo que cada lector guste.)
Entre alas y alas, todas son mías: las de mentira y las de verdad. Y
todas juntas, capa a capa, me han hecho dura de verdad. Alas con
venenos. Cuidado cuando te acerques... que te muerdo. Me meto en tu
piel y te dejo marca.
Porque no es duro el que nada siente, sino el que aún sintiendo todo
es capaz de abrirse de nuevo. El que sabe ser honesto consigo mismo y
reconocer sus camuflajes, y deshacerse de ellos o usarlos a voluntad.
Que el mal no está en que tú des la vuelta a los ojos amenazantes y
muestres el dorso tierno. Sino en quien no es capaz de ver la belleza
de la vulnerabilidad y la fuerza combinadas.
Cuidaos en el bosque, maripositas, de telarañas, de depredarores.
Pero no dejéis nunca de volar.
Úr Qazris
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