Tengo una xana
escondida en un rincón.
Mira por la ventana
y se traspasa los cristales
de toda la ciudad.
Se cuela en las tuberías
y susurra en los tejados
mientras se esconde de las estrellas.
Mi xana se me estruja
hasta quedarse seca.
Mi xana duerme
y se duele de la ausencia.
La tomo entre mis manos
con gran delicadeza.
Sus alas tiemblan
y de sus deditos se sacuden
tallos verdes
que aún no puede ver.
Es tierra bendita,
es cantar antiguo,
es luna de siglos,
es templo de sí.
Mi xana se me estruja,
se me duerme,
se me hace transparente.
El aire frío la espera
para plantar la primavera.
Pero aún no.
Que aún se mece
en el recorte azul.
Mi xana, en mis manos
con delicadeza,
abrazo su silencio
y acaricio
la piel.
Mi xana,
te abrazo
y acaricio
y te soplo en las alas
para cuando quieras
volver a volar.
Úr Qazris
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